
YASUNIDOS FRENTE A LAS MÚLTIPLES CRISIS QUE VIVE EL ECUADOR
| Pronunciamientos

La actual pandemia es un eslabón más en la cadena de enfermedades adquiridas por nuestra forzosa relación con los animales y la naturaleza desde el inicio del 2000. SARS, gripe aviar, gripe porcina y ahora Covid-19 son de origen animal. El riesgo de ampliar las fronteras petroleras y agrícolas, así como el tráfico de animales que se vende en los “wet markets”, representan tal peligro que las economías pequeñas hablan de una reducción de hasta 7 puntos en sus productos internos brutos.
El Ecuador de hoy duele profundamente, pues en medio de la batalla se ha podido sentir la antropofagia tan característica de nuestra clase política. Los escándalos de corrupción son el pan de cada día. Tan poca vergüenza tienen que permiten enriquecerse con la salud, en el momento que más de 30 mil contagiados sufren su enfermedad y las muertes de sus familiares. Tan inmoral es la motivación a ser mandatarios que roban mascarillas, bolsas de embalaje, aparatos laparoscópicos y quién sabe cuánto más. Son los mismos de siempre, un gobierno vástago del anterior que no cayó muy lejos del árbol.
Tan poco es el miedo a la justicia que quieren robarse yacimientos de cobre de Llurimagua, aduciendo será nuestro nuevo petróleo. No hemos aprendido NADA. El Ecuador quiebra por nuestra dependencia extractivista, una crisis que se ha venido alertando por más de una década. Por lo menos, con la iniciativa Yasuní ITT, tendríamos los 3 mil 500 millones de dólares por no explotar el Yasuní. Eso salvaría la educación y la salud de la cual no podemos prescindir.
Ahora más que nunca necesitamos incentivar a la invención científica. En un Ecuador que pone a prueba su adaptabilidad a esta nueva normalidad, requerimos que las y los jóvenes tengan acceso a la educación; que nuestros científicos y científicas tengan las herramientas para desarrollar nuevas medicinas, nuevas tecnologías. Que existan suficientes profesionales de la salud para el país. El recorte a la educación es una regresión de derechos y una solución vaga de los gobernantes. Hace seis meses se entregaron más de 100 millones a las fuerzas armadas. Hace dos se pagó $791 millones de dólares en servicio de deuda externa. Asimismo, los grupos económicos más ricos del país han podido continuar sus ventas durante la pandemia. Pongamos a prueba nuestra solidaridad, un incremento del 1.5% a las 110 empresas más ricas del país, alcanzaría 400 millones de dólares[1].
La crisis del coronavirus debe ser la motivación por cambiar todo. Si pensamos que vamos a poder mantener el mismo estatus quo estaremos condenados a repetir nuestra historia. El virus ya nos da lecciones de gobernabilidad y soberanía. No podemos depender de una sola fuente de ingresos. La voz máxima son los gobiernos locales. El sistema judicial debe ser independiente. El futuro es la innovación.
Es por esto que debemos transitar a un modelo que permita una gobernabilidad de las escalas. Es decir permitir la autonomía a los gobiernos locales. Un modelo de soberanía energética que sea sustentable y sostenible, de manera que nunca más se desplome precipitadamente nuestra economía. Un modelo que permita el empoderar a la ciudadanía.
Medidas que no solo tomen en cuenta lo urgente sino también lo importante, de lo contrario volveremos a colapsar, cada vez más frecuentemente y de la mano del desastre ambiental resultado inevitable de la actividad extractiva. El daño al SOTE fue advertido pero no prevenido, un derrame de 8900 barriles de petróleo que amenaza con el acceso al agua y a la alimentación de más de 113 000 personas. No podemos esperar más.
Rechazamos el recorte a las universidades, la corrupción constante y sostenida, los nuevos proyectos mineros, mantener el mismo estatus quo. La ciudadanía sigue a la espera de cifras reales. Las familias necesitan sepulcros dignos. Transparenten quiénes son los tenedores de deuda. De esta no salimos iguales.
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