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APOYO Y SOLIDARIDAD CON LA CONAIE

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EN DEFENSA DE LA CASA DE TODXS, TAMBIEN LA NUESTRA.

Quito, 18 de diciembre de 2014.

A la sociedad ecuatoriana

A los yasunidos de todos los territorios y países.

A los compañeros y compañeras de los movimientos indígenas de los cinco continentes.

A los compañeros y compañeras de la CONAIE:

Queridos hermanos y hermanas:

A lo largo de esta semana, en la que muchos de nuestros compañeros han tenido tiempo de contarnos sus actividades en Lima, hemos compartido la indignación y el desconcierto que produce la decisión gubernamental de dar por terminado el comodato para el funcionamiento de la sede de CONAIE en la ciudad de Quito-Ecuador.

Pensamos que este gesto representa, junto con otras muchas decisiones arbitrarias que afectan a los movimientos sociales, un claro indicador del grave deterioro que registra el ejercicio de los derechos democráticos en el país.

La utopía que nombra la palabra democracia – la posibilidad de convivir en un marco de constante ampliación de las libertades y derechos, resarciendo las injusticias históricas y celebrando la diversidad – encuentra hoy nuevos laberintos edificados por la persistencia de una mentalidad colonial, que mal entiende al desarrollo como depredación de la naturaleza, los territorios e invisibilidad de los pueblos que no se allanan a la lógica voraz de la acumulación capitalista.

Buscando referentes para otra democracia, otro modo de vida, pensamos en el símbolo que representa la CONAIE. Recordamos como para algunos de nosotros – los que crecimos en los años noventa – el movimiento indígena supuso la puesta en escena de una rebeldía comunitaria que invitaba a pensar en nuevas formas de organizar la convivencia política de nuestra sociedad: grandes asambleas en donde las “bases” (cómo las llamaban) podían criticar libre y abiertamente el desempeño de sus dirigentes, mundos de vida en donde el centro gravitacional estaba en la comunidad y no en el partido, en el buró o en la palabra inflexible del máximo dirigente.

Seguramente discrepamos con ustedes más de una vez, estuvimos en desacuerdo con algunas de sus decisiones y criticamos el accionar de algunos de sus dirigentes; pero siempre alcanzamos a comprender el sentido profundo de su accionar reflejado en esas dos bellas consignas que flamearon en las banderas de algún levantamiento, coreando también las resistencia indígena zapatista: NUNCA MAS UN PAIS SIN NOSOTROS y NADA SOLO PARA LOS INDIOS.

También para quienes pertenecemos a una generación más joven, la CONAIE constituye un referente histórico; también nosotros hemos marchado junto a ustedes, en el río de comunidades, pueblos y nacionalidades que se juntó a la Marcha del Agua, y reconocemos en los pueblos indios, una parte esencial para la construcción de otra democracia, otro modo de vida que respete la diversidad al tiempo que cuide de mejor modo los bienes que nos han sido encomendados por la tierra.

Hemos visto el pensamiento de los pueblos indios en acción, cuando nos hemos adentrado con los hermanos cofanes, con los kichwas, con los sionas, secoyas, waorani, záparas, shiwiar, shuar y achuar, en el complejo mundo del bosque amazónico, hemos reconocido en él, la obra maravillosa de unas sociedades en permanente interacción y enriquecimiento con la naturaleza, y hemos juntado esfuerzos para que este conocimiento – tan ligado a las formas de vida que el capitalismo está interesado en borrar – sostenga su testimonio como legado para la futura generación de indígenas y no indígenas que heredamos el enorme reto de mantener ese tesoro que es la selva amazónica.

Por ello, escribimos para decirles que aceptamos gustosos su invitación para defender la Casa de la CONAIE; ha sido para nosotros también una casa, allí hemos compartido con ustedes nuestra preocupación por el Yasuní y por empujar la propuesta de una sociedad que transite a una época post-petrolera; transición que no pasa solamente por encontrar otras fuentes de energía alternativa –energía limpia, que le llaman los expertos – sino ante todo, por desarrollar nuevas formas de sociedad en las que el centro esté puesto en el enriquecimiento de la vida comunitaria en lugar de alimentar unilateralmente la voracidad del poder y el capital.

En ese camino, en ese sendero, siempre nos hemos encontrado. Ustedes, en tanto organización de los pueblos y nacionalidades indígenas, son una pieza indispensable en el rompecabezas de la democracia que anhelamos para nuestro país.

Su casa, es nuestra casa; su casa ha sido tantas veces la casa de los sueños de libertad, justicia social y democracia. No podríamos abandonarla. No lo haremos.

Con fraterno cariño y solidaridad

Yasunidos.

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